Si alguien supiera cómo me siento. Si yo lo supiera. No me duele ni la boca del estómago, ni es agudo ni punzante. No es visible ni grosero. Es sordo y es ciego y no es dolor. Es una molestia constante que me arrebata todo y me transforma en un líquido viscoso lleno de pensamientos vacuos. Y entonces busco el aliento de algún filósofo que me ataje y me devuelva a alguna orilla conocida en forma de basura escupida por su mar. Que me vomite al menos , pero que haga conmigo lo que yo no puedo.
1 comentario:
Hay que correr a agarrarse de lo que sea, de las películas, de los libros, de la música. Sólo eso nos puede salvar.
Un beso, María.
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