¿Estás cansada?, me preguntó.
Como todos. Narices,ojos, bocas. ¿No es
suficiente? Transpirar, aplaudir, reaccionar con piel de gallina frente a los
cambios bruscos de temperatura. Detestar la humedad, las cucarachas. Ser
terrena, congénere, coetánea, de sangre caliente. Figurar sin consentimiento en
millares de categorías.
¿Qué si estoy cansada? De encajar
estática en las definiciones de los diccionarios. De pertenecer a la especie,
repitiendo los ánimos, las conglomeraciones, los gestos, las tragedias, los
juicios, la reproducción. Existir hora tras hora atraída al suelo obedeciendo a
una fuerza más fuerte que el propio deseo.
Cansada, cansada. Qué pregunta.
Compartir el planeta, la luna, el
tiempo, el mar, la respiración, la sed. Presenciar la catástrofe ineludible de
no ser oruga.
Reflejar un color dentro del espectro.
Ser adjetivo, sustantivo, nación, barrio, zodíaco, clase, edad, género, mezcla,
españolabrasilera vascaitalianaargentina, grandota, pueril, incoherente, cruel,
rara.
Sentir debajo de la frente la indigna
condición de ser una más. Cumplir la condena de las palabras heredadas, la
imposibilidad de interactuar con las
hormigas, de anidar bajo el cielo, de evaporarme y aglutinada, precipitarme como
una guerra de granizo.
Cansada, tan cansada. De la amargura de
no comprender el idioma de los árboles ni de los escarabajos. De recorrer el
calvario cotidiano de ser réplica de algún mito. De morir atropellada a cada
instante por un progreso destripador del asombro. De invocar con vehemencia
tenazas, plumas, pinzas, garras y al final del día contemplar apenas un par de
manos.
Impotente. De encontrarme a cada rato
huyendo hacia adelante, desertora de la evolución.
¿Que si estoy cansada? Estoy exhausta.
Quiero devolver el primer aliento. Escupir
los dientes y las uñas.
Borrar de mi memoria el ombligo y hacer
realidad el deseo de poseer alas a la altura de los brazos y branquias a la de
los pulmones.
Cansada, cansada, tan cansada. De no
ser espontánea, nueva fresca. De no poseer las virtudes del metal líquido, de
no animarme a ser un símbolo desconocido y hospedarme en algún espacio vacío dentro
de la tabla periódica de los elementos.
Emigrar de los estados y los planos a
mi antojo. Ansío.
Pródiga de dimensiones, quiero rayar la
existencia como una saeta.
Qué si estoy cansada, me preguntó.