sábado, 29 de noviembre de 2008

ELLAS ME OBLIGAN

Las chicharras me obligan a odiarlas. Es por ese chillido insoportable que perfora mi paz. Y el calor que celebran con sus vibraciones dementes sabiendo cuánto lo detesto. Amo odiar el jugo del verano. El febril manto que me envuelve y se pega a mi piel a pesar de mi obsesión por arrancarlo con una esponja de cocina. Y el agua que nunca alcanza a ser suficiente, ni fría. Quiero escapar de este vaho pegajoso que me persigue y me abraza como un chico sucio enamorado de mi.
Me raspo los brazos y el cuello y la cara y los huecos donde se acumula el calor.
Maldigo el clima de fuego que gimen las chicharras. Me declaro inocente de tal vez mañana aniquilarlas a todas.

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