lunes, 17 de noviembre de 2008

SAPO DE OTRO POZO

La vida puede ser un lugar incómodo. Calzar treinta y nueve y meter los pies dentro en un par de botas de oferta número treinta y ocho, un corpiño sin breteles que aplasta los tetas tanto o más que el aparato para hacer mamografías, una cita a ciegas con un candidato que usa traje marrón, una hoja de orégano atrapada entre los dientes durante todo el tiempo que dura una entrevista, un viaje de media hora en auto con una fan de Arjona, una fiesta de largo y un vestido corto.
De las cuarenta rotaciones terrestres que llevo recorridas, en no menos de treinta y dos, me he sentido como sapo de otro pozo.

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