Veníamos en el auto. Una de las calles que nos lleva hasta casa está toda emparchada y desnivelada por lo que se siente como viajar en una licuadora. Papá entonces me dijo:
- Cuando quieras, vengo con una plancha, lo plancho y te
dejo todo el camino lisito! Querés?
- Sí, me encantaría, papá.
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