lunes, 30 de julio de 2012



¿Estás cansada?, me preguntó.
Como todos. Narices,ojos, bocas. ¿No es suficiente? Transpirar, aplaudir, reaccionar con piel de gallina frente a los cambios bruscos de temperatura. Detestar la humedad, las cucarachas. Ser terrena, congénere, coetánea, de sangre caliente. Figurar sin consentimiento en millares de categorías.
¿Qué si estoy cansada? De encajar estática en las definiciones de los diccionarios. De pertenecer a la especie, repitiendo los ánimos, las conglomeraciones, los gestos, las tragedias, los juicios, la reproducción. Existir hora tras hora atraída al suelo obedeciendo a una fuerza más fuerte que el propio deseo.
Cansada, cansada. Qué pregunta.
Compartir el planeta, la luna, el tiempo, el mar, la respiración, la sed. Presenciar la catástrofe ineludible de no ser oruga.
Reflejar un color dentro del espectro. Ser adjetivo, sustantivo, nación, barrio, zodíaco, clase, edad, género, mezcla, españolabrasilera vascaitalianaargentina, grandota, pueril, incoherente, cruel, rara.
Sentir debajo de la frente la indigna condición de ser una más. Cumplir la condena de las palabras heredadas, la imposibilidad de interactuar con  las hormigas, de anidar bajo el cielo, de evaporarme y aglutinada, precipitarme como una guerra de granizo.
Cansada, tan cansada. De la amargura de no comprender el idioma de los árboles ni de los escarabajos. De recorrer el calvario cotidiano de ser réplica de algún mito. De morir atropellada a cada instante por un progreso destripador del asombro. De invocar con vehemencia tenazas, plumas, pinzas, garras y al final del día contemplar apenas un par de manos.
Impotente. De encontrarme a cada rato huyendo hacia adelante, desertora de la evolución.
¿Que si estoy cansada? Estoy exhausta. Quiero devolver el primer aliento.  Escupir los dientes y las uñas.
Borrar de mi memoria el ombligo y hacer realidad el deseo de poseer alas a la altura de los brazos y branquias a la de los pulmones.
Cansada, cansada, tan cansada. De no ser espontánea, nueva fresca. De no poseer las virtudes del metal líquido, de no animarme a ser un símbolo desconocido y hospedarme en algún espacio vacío dentro de la tabla periódica de los elementos.
Emigrar de los estados y los planos a mi antojo. Ansío.
Pródiga de dimensiones, quiero rayar la existencia como una saeta.
Qué si estoy cansada, me preguntó.

1 comentario:

Saboni Huxzar dijo...

Me gusto.
Se aplicaria de manera parecida cuando te preguntan si estas bien: ¡No me hagas preguntármelo!