lunes, 28 de septiembre de 2009

SUEÑO NO CORRESPONDIDO

Un hombre con el que vengo soñando hace unos meses es uno que no he conocido en vida. Se llama Aurelio. Aurelio no fue pariente lejano ni cercano. No agujereó mi boleto de tren ni me vendió una camisa con botones de nácar. No pidió mi mano. No me cedió el asiento en el colectivo ni ofreció llevarme hasta Choele-choel. Yo a Aurelio no lo conozco hace mucho tiempo.
Ayer me dormí tarde. Más tarde que de costumbre y fue a propósito. No quería soñar con él. Aurelio me estaba aburriendo. Lo único que hace en mis sueños es mirarme de lejos. Aurelio me incomoda. Además acababa de ver una película en cable que me dejó intranquila. Era sobre un hombre que soñaba con un ladrón. El hombre se llamaba John. El ladrón había muerto en un asalto y en sueños le susurraba cosas en la cabeza a John. Entonces John se despertaba con ambiciones desconocidas. Le empezaron a gustar las armas y objetos que no podía comprar. En sueños John tomaba lecciones de asaltante. Hasta que un día atracó el Banco Interamericano de Bienes y mató al cajero. Cayó preso. John juraba ser inocente, pero nadie le creía. Su abogado tampoco y prefirió declararlo demente.
No me quería dormir. Tenía miedo de las intenciones de Aurelio. Me dediqué a las palabras cruzadas, organicé mis recetas de cocina y a escribir reseñas en las fotos del verano. Nada. Imposible dejar de relacionar a John con Aurelio. ¿Qué clase de incomodidad había sembrado en mí la trama de esa película de bajo presupuesto?.¿Qué me pasaba? ¿Era mi frágil voluntad lo que me asustaba? ¿Acaso me gustan las endivias, ahora? ¿O el color amarillo?. ¿Tengo unas ganas ajenas de matar a alguien? No. Tranquila, me dije. Aurelio es inofensivo y honesto. Te mira y espera. Aurelio es aburrido y desapasionado, nada más.
Pero no puede evitarlo. Mis párpados cedieron y me dormí con las fotos del verano pasado sobre el pecho. Aurelio no tardó en aparecer. Estaba parado en el techo de un cobertizo. Desde allí me miraba con tristeza. O no. Con desilusión. Sí. Su mirada expresaba una desilusión espesa y gris. Yo le sonreí, un poco por culpa. Empecé a regar un cantero intrincado de lirios y hiedras para distraerme. Aurelio bajó del cobertizo sin hacer ruido. Se acercó despacio, como agonizando, por la derecha. Me pidió agua de la manguera. Me sorprendí. Era la primera vez que lo volvía a escuchar desde que me había dicho su nombre. Después sacó un pañuelo a rayas del bolsillo interior del saco y se secó la boca.
-Lo nuestro ha terminado- me dijo.
Me sorprendí aún más. ¿Que lo nuestro había terminado?. ¿Lo nuestro?
Que la tardanza de esa noche era una señal indubitable, dijo.
Yo me agité, me avergoncé y sobre todo me callé.
¿Aurelio sabía que no quería soñar con él? ¿Qué había hecho todo lo posible por no dormirme a la hora de siempre?
No quería preguntar, no quería saber ni entender. Seguí regando intercalando miradas entre el cantero y Aurelio. Lo que hizo a continuación me aterrorizó. Se cortó un mechón de pelo con una navaja y me lo entregó.
-Por si cambia de opinión-, dijo.
¿Opiné algo? ¿Cuándo? Estiré la mano y él apoyó el ramillete oscuro y áspero sin dejar de mirarme. No tenía dónde guardarlo. Sentí confusión y asco pero no me atreví a demostrarlo. Quería despertar. Le dije una estupidez. Que yo nunca había sido muy puntual y que eso me había traído problemas con el presentismo en el trabajo..
-Es una pena, una verdadera pena-, dijo. -Creí que usted era la mujer golondrina que he estado esperando-,
Sí, sí. Me gusta emigrar. ¿Cómo sabe?
- La espero desde la tarde en que me lancé del puente.
-Suicidio, fue? Lo siento tanto. Qué difícil, le dije extinguiendo mi repulsión.
¿Qué quiere de mí este hombre?
-La muerte no fue idea mía, no crea- dijo Aurelio. Su voz era dulce, clara. Continuó.
-Me costó creer que el suicidio era lo debido, se lo aseguro-.
Hilaba las palabras lento mientras hacía dibujos con un palito en la tierra cerca del cantero. Sus arabescos me calmaban. Mi cuerpo tenso empezó a ceder.
Aurelio contó que antes de morir, soñaba con un hombre. El hombre del sueño era delgado y de piel cetrina según dijo. Y muy preciso. Le daba extraños consejos. Una y otra vez. El hombre del sueño nunca le daba explicaciones. Sólo instrucciones. Que se pusiera su mejor traje y después saltara del puente cerca de la represa, a las seis.
Yo escuchaba con tanta atención.
La única esperanza de encontrar el amor para Aurelio, no era en esta vida, le había dicho ese extraño hombre a Aurelio en sueños. Aurelio dijo que tardó un año en convencerlo. El hombre del sueño era muy persuasivo. Una misteriosa mujer no tardaría en llegar después de que saltara del puente. Le dió su descripción. Y el nombre. Sofía. ¿Como yo?
Aurelio le creyó.
El corazón del pobre Aurelio se llenó de ilusión y una tarde...saltó. Con la esperanza de conocer después de muerto a esa mujer.
Mis ojos se humedecieron un poco. Después más y más hasta que el desconsuelo fue completo. Dejé de regar y de querer despertar. Sólo me senté sobre el charco que se había formado a mis pies, para escucharlo. Aurelio arrancó un lirio y siguió con el relato, mientras la hacía girar cerca de su nariz aguileña.
-Pasó mucho, mucho tiempo. Tanto, Sofía. Hasta que aquella noche la vi aparecer en la playa enterrando medallas.
Sí. Es cierto. Lo recuerdo! Una noche tuve un sueño rarísimo.
Estaba en una playa muy extensa. Llevaba una bolsita de paño color celeste llena de medallitas de Santa Cecilia que enterraba mirando intermitentemente hacia todos lados por miedo a que alguien me viese. Pero no sabía que Aurelio estaba alli!
-Enseguida supe que era usted, Sofía. Ese perfume de plumas, esos ojos en punta. La descripción encajaba tan perfecta"
¿Yo? Este hombre no es aburrido. Soy una idiota, me dije mientras Aurelio seguía desgranando las palabras del relato.
"Pero las instrucciones del hombre del sueño fueron muy precisas. Tenía que esperar setenta noches antes de confesarle mi amor, Sofía. Me lo dijo… me lo dijo tantas veces el hombre del sueño. Y si la noche previa a la declaración, la noche número sesenta y nueve, usted llegaba tarde, la señal debía ser interpretada como un no. Esa noche era la de hoy.
Y yo no me quise dormir. No quería soñar.
-Usted ha llegado tarde, Sofía.
Y lloró. El silencio que se sucedió después de esa frase, duró una vida.
-Ahora me despido. Debo seguir buscando a mi Sofía en otros sueños-
No, no. Un momento. Pero no dije nada.
La figura de Aurelio empezó a desvanecerse. Se iba confundiendo con una bruma amarronada. Su voz volvió a sonar desde lo lejos como un eco agrio.
-Si decide volver a intentarlo sólo tiene que dormir con el mechón de pelo encerrado entre sus dedos, dijo. Y desapareció.
Me desperté a mitad de la noche, desencajada. Bajé a servirme un vaso de algo. Caminé por la casa. Prendí la televisión. Otra vez esa película siniestra del hombre que sueña. No. Mejor algún programa sobre el antiguo Egipto o un videoclip de Queen.
Me quedé dormida nuevamente en algún momento. No recuerdo.
Al despertar a la mañana revisé mis manos, las escarbé hasta que enrojecieron.

5 comentarios:

Patricio dijo...

Te leo a escondidas -¿existe eso en el ciberespacio?- desde hace mucho, pero era inevitable salir a la luz para comentar este cuento. Derroche de talento. Un honor ser su lector.

Clemencia González Silveyra dijo...

Hey! tantas gracias, amado lector!!! Cómo llegaste hasta aquí! y yo que creía que nadie me leía! Te agradezco tanto! vale la pena seguir escribiendo! Un honor verdadero!

Patricio dijo...

¿Recuerda el día de julio, en Kel Ediciones, cuando se lanzó Harry Potter 7? Yo era (y soy) Patricio, el chico que ayudó con la organización.

Hace unas semanas revisando emails viejos encontré su nombre y lo googleé, cayendo acá.

O sea que, más o menos, llegué volviendo.

Clemencia González Silveyra dijo...

Hey! Patricio! WOW!!! qué super ALEGRÍA! No seré Rowlingggggggggggggg...pero...AMO escribirrrrrrrrrr!!!
Qué placer saber de tí!!! abrazo muy grande! Estoy trabajando de guionista de cine y TV!! Toy felizzzzz! Espero que pronto se vea algo mío en la pantalla de Argentina. Ahora trabajo para Venevisión, Venezuela! Estoy escribiendo un culebrón junto a otras 2 guionistas para Marcela Citterio, autora Argentina muy reconocida!!! abrazo! y tú que estudias?

Patricio dijo...

Que bueno que tenga un trabajo que la hace tan feliz! Seguramente ya le va a tocar el turno en la TV argentina!

Yo estoy estudiando Licenciatura en Ciencias Matemáticas... las vueltas de la vida!

Hablando de Rowling, tengo una "anécdota" para contarle. En su momento se la mandé por email a Carolina de Kel pero dejó de trabajar ahí y no la pude contactar. Si me da permiso usted -y si sigue manteniendo la misma dirección de antes-, se la mando :)